( Extracto de relato de Volodia Teitelboim en Radio Moscú para su amigo Pablo Neruda a horas de su muerte)
Dar al hombre lo que es del hombre
"En los momentos finales su preocupación fue la política. Lo que sucedía en el país. Su último libro publicado quiso ser un disparo al corazón del imperio y de sus sirvientes locales.
Es un poeta de minorías y también de muchedumbres. Figura en el repertorio popular. Sus versos matizan las declaraciones de amor de muchos adolescentes y de los enamorados de todas las edades. Penetran en las iglesias, se citan en los sermones o en los Te Deum y, trágica ironía, también en los cuarteles, antes de la catástrofe. Su poesía es una bodega llena de sacos iluminados o de barriles de vino del alma, donde cabe todo, el amor y la lucha, el susurro del tono íntimo y el grito de las masas, el lirismo, el apóstrofe poético, el humor y la gravedad, el rigor y la fantasía.
Poeta enorme como su América, alto como sus Andes, oceánico y tormentoso como el mar Pacífico, que miraba todos los días; profundo como los abismos de sus cordilleras, porque cuanto más elevadas son las cumbres más hondos son los precipicios y las caídas. Revolucionó el lenguaje poético. Fue el poeta del Génesis Americano, del Arca de Noé, del Diluvio Universal y del Juicio Final. Y a la vez un cantor de aurora, del mundo nuevo que viviría en el socialismo. Lo envolvió en sus páginas, escritas "con la fragante materia del castellano. Deber de los poetas dijo es cantar con sus pueblos y dar al hombre lo que es del hombre... ".
Neruda es un gran conocido y un gran desconocido. Poeta de seis continentes, porque también pertenece a la Atlántida, el continente ignorado, es un témpano de fuego y no de hielo, que muestra sólo su cara superior. Su obra representa un atlas universal con ciento cuarenta países. Se han explorado unos pocos. Hay aún en su poesía anchas selvas vírgenes, ciudades incógnitas. Él mismo no sabía bien todo lo que era ni recordaba con precisión cuánto había escrito. Además las razones del corazón y de las entrañas no siempre las entiende la inteligencia. Fue un poeta a la vez consciente, visceral e instintivo.
No he podido decirle mí pena ni transmitirle mí cariño a Matilde, a esa mujer que ha afrontado con coraje la prueba terrible y para quien Pablo escribió: "Mí amor es un niño que llora; /no quiere salir de tus brazos". Pensando en la muerte, a ella le dijo: Bajo siete capas de polvo / y a los pies secos de la muerte / y hasta ser tan pequeño un día que el viento me llevará /y no sabré cómo me llamo /y no seré, cuando despierte. /Entonces cantaré en silencio."
Neruda sigue cantando en silencio y en voz alta. Alguna vez dijo: "No crean que voy a morírme. Sucede que voy a vivirme". Así será."
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